La pandemia por COVID-19 provocó que el número de beneficiarios de asociaciones que atienden población con discapacidad disminuyera, debido a las dificultades económicas o bien porque la familia regresó a su ciudad de origen.

Marta Basurto Origel, presidenta de la asociación civil Astra -que atiende autismo y discapacidad intelectual- indicó que a principios de 2020 el número de niños y adolescentes inscritos era de 140, mientras que actualmente tienen una lista de 50 menores.

“Todos los que tenían necesidad de trabajar en grupo se fueron, se dieron de baja o están en sus casas guardando la sana distancia, porque no sabemos si realmente se fueron de la ciudad, como lo hicieron muchas familias que regresaron a su lugar de origen”, dijo.

La entrevistada señaló que debido a la necesidad que tienen los niños de continuar con sus terapias, se decidió pasar de sesiones grupales a individuales para evitar que estos tengan un retroceso en su tratamiento.

“Los eventos de recaudación los tuvimos que cancelar y estamos tratando de sobrevivir, por eso estamos con terapias individuales como único servicio porque hemos querido ser muy responsables en las actividades de grupo para no exponer a los chicos”, dijo.

Ante esto, tuvieron que trabajar en adecuar los gráficos de los protocolos establecidos por la Secretaría de Salud para que los menores con discapacidad pudieran comprender de mejor manera la información y así evitar los contagios.

“La información tiene que ser accesible para que sepa que al entrar tiene que lavarse las manos, desinfectar su mochila, usar el cubrebocas, entre otras cosas. Ellos pueden no entender los protocolos y no expresar sus malestares en caso de contagio”, dijo.

Basurto Origel señaló que durante esta contingencia tuvieron el deceso de uno de sus beneficiarios, un joven que se infectó y que no pudo comunicar a sus cuidadores la gravedad de sus síntomas.

Debido a esto, la enfermedad evolucionó y no se pudo realizar algo para salvarle la vida.