¿Cómo se sentiría usted si la “carne” de su plato no fuera realmente carne, sino el resultado de células modificadas genéticamente cultivadas en un laboratorio?
Impulsados por la yuxtaposición de la “crisis climática” con una agresiva campaña de relaciones públicas que pretende demonizar el consumo de carne sugiriendo erróneamente que toda la ganadería contribuye a las emisiones excesivas de carbono, se están invirtiendo enormes cantidades de dinero en carne cultivada en laboratorio, como informamos hace unos meses.
En Estados Unidos se ha aprobado la venta de pollo cultivado en laboratorio, aunque no llegará a las tiendas hasta dentro de un tiempo. Pero hay un problema: a los consumidores no les convence del todo la idea de que su carne sea el producto de un experimento científico. Según las encuestas, gran parte del público estadounidense no compraría carne cultivada; sólo un tercio de los encuestados dijo que compraría carne artificial.
Según otra encuesta, menos de uno de cada cinco consumidores estadounidenses y británicos se declararon “deseosos de probar” la carne cultivada en laboratorio.
La falta de interés de los consumidores, combinada con el elevado precio de la carne cultivada en laboratorio, no es precisamente una receta para el éxito.
Algunas empresas intentan generar interés por la carne cultivada en laboratorio yendo más allá del pollo y el cerdo. Empresas como Primeval Foods y Vow están desarrollando carne cultivada en laboratorio a partir de células de animales como el tigre, la cebra o incluso el mamut. Los defensores de la carne cultivada en laboratorio esperan que estas novedades y carnes no tradicionales puedan atraer a consumidores que, de otro modo, desconfían de estos alimentos.
FUENTE: DIARIO DE VALLARTA