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04 August 2020

Mirar a las estrellas podría no ser lo primero que se viene a la mente de un católico cuando piensa en San Lorenzo, que fue martirizado por los romanos en una parrilla.

Pero en el mes de agosto, con frecuencia los católicos tienen la oportunidad de ver una lluvia de meteoros que lleva el nombre en su honor.

Las Perseidas, también llamadas las “lágrimas de San Lorenzo”, son una lluvia de meteoros asociadas con el cometa Swift-Tuttle, que suelta polvo y escombros en la órbita terrestre durante su órbita de 133 años alrededor del sol.

El cometa en sí mismo no presenta una amenaza inmediata a la Tierra, al menos no durante varios miles de años.

Mientras la Tierra orbita al sol, golpea piezas de escombros dejados por el cometa, causando que se quemen en la atmósfera del planeta.

Esto causa una prolífica lluvia de meteoros que puede ser vista con mayor claridad en el hemisferio norte desde fines de julio hasta mediados de agosto, con un pico habitual alrededor del 10 de agosto, Fiesta de San Lorenzo.

Durante este pico, la tasa de meteoros alcanza los 60 o más por hora.

El nombre Perseidas viene de la constelación Perseo, llamada así por un personaje de la mitología griega, y lo luminoso de la lluvia de meteoros o el punto del que pareciera originarse.

El nombre “lágrimas de San Lorenzo” surgió por la asociación con la festividad y las leyendas que se construyeron tras la muerte del santo.

San Lorenzo fue martirizado el 10 de agosto del año 258, en medio de la persecución del emperador romano Valeriano, junto a otros miembros del clero católico de Roma. El santo fue el último de los siete diáconos en morir.

Luego de que el Papa Sixto II fuera martirizado el 6 de agosto, Lorenzo se convirtió en la principal autoridad en la Iglesia en Roma, habiendo sido el tesorero de la Iglesia.

Cuando fue convocado ante los verdugos, se le ordenó a Lorenzo que trajera todas las riquezas de la Iglesia con él. Se presentó con un puñado de hombres lisiados, pobres y enfermos, y cuando fue interrogado, respondió que “estos son la verdadera riqueza de la Iglesia”.

San Lorenzo fue inmediatamente enviado a su muerte, siendo cocinado vivo en una parrilla. La leyenda sostiene que algunas de sus últimas palabras fueron una broma sobre el método de ejecución, pues le dijo a sus asesinos: “¡Voltéenme, estoy cocinado de este lado!”.

Los católicos comenzaron a llamar a la lluvia de meteoros “lágrimas de San Lorenzo”, incluso a pesar de que el fenómeno celeste precedió a la vida y muerte del santo.

Algunas tradiciones italianas sostienen que los pedazos ardientes de escombros vistos durante la lluvia de meteoros representan los carbones que mataron a San Lorenzo.

Cualquier persona en el hemisferio norte debería poder ver las “lágrimas de San Lorenzo”, especialmente la noche del 12 al 13 de agosto. Los meteoros caerán desde distintos puntos del cielo y no desde una dirección particular.

Para una mejor vista se recomienda ir a una zona rural, lejos de la contaminación de luz.

(Aciprensa)

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