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26 June 2020

En los laboratorios de investigación en México, los científicos estaban trabajando en enero en antídotos contra el zika, la influenza y la shigella. Para marzo esos centros lo dejaron todo para comenzar investigaciones sobre la covid-19, el nuevo virus que avanzaba como pólvora por el mundo y del que apenas se sabía que era altamente contagioso. “Había muy poca gente trabajando en investigación sobre los coronavirus”, cuenta Esther Orozco, bióloga e investigadora del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav). Ahora, 18 centros de investigación en México, públicos y privados, están dedicados por completo a buscar la añorada vacuna para evitar el coronavirus.

Cuando la emergencia sanitaria comenzó, México se unió a la Coalición para la Innovación en la Preparación de Epidemias (CEPI, por sus siglas en inglés), un esfuerzo internacional para acelerar la investigación científica para hallar la vacuna, liderado por Noruega y en el que participan más de 20 países, el Foro Económico Mundial y la Fundación Bill y Melinda Gates. Orozco se ha encargado de organizar a los 18 grupos mexicanos de investigación, mientras que el Gobierno mexicano se ha comprometido, como el resto de los socios, a compartir sus resultados y hacer una aportación inicial de 500.000 dólares para financiar la búsqueda.

Sabiendo que la ciencia tiene más de un camino, los científicos mexicanos se han organizado en cuatro esfuerzos que exploran proteínas y ácidos nucleicos que podrían servir para neutralizar al virus cuando entra al cuerpo de una persona, explica Orozco. La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) se enfoca en las proteínas que le sirven al virus para alojarse en la garganta; la Universidad de Querétaro prueba con aminoácidos ajenos al virus que le sirvan como antígenos y eviten la infección; la Universidad de Baja California y el Tecnológico de Monterrey trabajan en nanoplásmidos (pequeños anillos de ADN) para generar anticuerpos; y el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), junto con la empresa Avimex, exploran entre las vacunas animales una posible alternativa.

Un epidemiólogo coloca una muestra de un posible paciente con covid-19 en un refrigerador.

Un epidemiólogo coloca una muestra de un posible paciente con covid-19 en un refrigerador.JOSÉ MÉNDEZ / EFE

En el mundo hay al menos tres proyectos que están cerca de los ensayos clínicos, todas las propuestas hechas en México se encuentran en la fase inicial. El trabajo del equipo mexicano no está solo enfocado a la búsqueda del antídoto, también será el grupo que analice las opciones de producción masiva de la vacuna en caso de que algún miembro de la Coalición halle una fórmula efectiva. “No es fundamental llegar primero, lo importante es que lleguemos y que México tenga ese camino andado. Este no es un país que necesite que le resuelvan [los problemas] afuera. Aquí hay talento y creo que se debería de utilizar”, apunta la investigadora del Cinvestav.

Un primer paso lo ha dado la UNAM al descifrar el genoma del virus que se estaba contagiando en México. Los investigadores encontraron que la secuencia del genoma es un 99,97% similar al virus SARS-CoV-2 hallado en Wuhan, China, por lo que han concluido que su mutación es más difícil en comparación de otros virus. Los equipos de investigación también monitorean el comportamiento del virus, su adaptación al ambiente en México y su impacto en la población mexicana según la composición genética y las características de la población.

México es el único país de Latinoamérica que ha entrado a la Coalición y que tendrá acceso a los resultados que los miembros obtengan en los próximos meses, explica Martha Delgado, subsecretaria de Asuntos Multilaterales y Derechos Humanos, de la Secretaría de Relaciones Exteriores. “México tiene mucho interés para que las vacunas sean de acceso universal y equitativo”, explica. En Naciones Unidas, el país latinoamericano ya se ha pronunciado para que la información sobre el antídoto se pueda compartir entre todos los países sin importar su influencia económica. Entonces, comenzará un camino para inmunizar a la población en un tiempo récord. “Lo que nos hace falta son ya una serie de alianzas internacionales para la producción de insumos [relacionados con la vacuna]”, añade.

Tanto Orozco como Delgado cuentan con que los Laboratorios de Biológicos y Reactivos de México (Birmex), la empresa estatal de vacunas, jueguen un papel vital en la producción del fármaco, a pesar de que en las últimas décadas el organismo ha sido cada vez menos requerido ante el crecimiento de la importación de vacunas. “A lo largo de los años a los Gobiernos no les ha interesado la ciencia y la tecnología y eso es un error gravísimo”, señala Orozco. Con los recientes recortes presupuestales de parte del Gobierno federal a algunas de las instituciones científicas existe la promesa de que se hallará el financiamiento para seguir adelante. “Estamos buscando de nuestros recursos [de la Secretaría de Exteriores] para canalizar fondos a las investigaciones de los científicos”, asegura la subsecretaria Delgado.

(El País)

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